- La exposición a temperaturas frías favorece la pérdida de peso
- Según investigadores del Centro Médico de la Universidad de Maastricht, los ambientes cálidos predisponen a la obesidad
La exposición regular al frío leve puede ser una manera saludable y sostenible de ayudar a las personas a perder peso, según escriben los atuores de una nueva investigación en la última edición de Trends in Endocrinology & Metabolism. Por otro lado, esto significa que los hogares y las oficinas que son cálidos y agradables podrían ser en parte responsables de que engordemos.
Jano.es, Enero 2014
«Dado que la mayoría de nosotros estamos expuestos a las condiciones del interior el 90 por ciento de las veces, vale la pena explorar los aspectos sanitarios de la temperatura ambiente», señala Wouter van Marken Lichtenbelt, el primer autor del artículo, del Centro Médico de la Universidad de Maastricht, en Holanda.
«¿Qué pasaría si dejamos que nuestros cuerpos funcionen de nuevo como reguladores de a temperatura corporal? Nuestra hipótesis es que el ambiente térmico afecta a la salud humana y, más concretamente, que una exposición frecuente al frío leve puede afectar significativamente a nuestro gasto energético durante periodos de tiempo sostenidos», argumenta Lichtenbelt.
Este científico y sus colegas comenzaron a estudiar los efectos del frío leve hace unos diez años y sugieren que una temperatura interior más variable podría ser beneficiosa para el organismo, si bien reconocen que los efectos a largo plazo requieren una mayor investigación.
El estudio constata que las personas que se acostumbran al frío (lo que se traduce en pasar unas seis horas al día en temperaturas frías por un periodo de diez días), experimenta un aumento de la grasa parda o marrón y tiende a tirirar menos a 15 grados de temperatura.
En las personas jóvenes y de mediana edad, al menos, la producción de calor para no temblar puede suponer desde un pequeño porcentaje hasta un 30 por ciento de las reservas de energía del organismo, lo que, según los investigadores, supone que las bajas temperaturas determinan significativamente el gasto energético.
Por ello, sugieren, «además de realizar ejercicio físico tenemos que entrenarnos para pasar más tiempo en ambientes fríos. «La temperatura interior en la mayoría de los edificios está regulada para minimizar el porcentaje de personas insatisfechas», escriben los autores. «Esto se traduce en temperaturas de interior relativamente altas en invierno, sobre todo en oficinas, en viviendas y hospitales. Por falta de exposición a ambientes con temperatura variada, poblaciones enteras pueden ser propensas a desarrollar enfermedades como la obesidad», concluyen.
Referencias: Trends in Endocrinology & Metabolism 2014; doi:10.1016/j.tem.2014.01.001