Dieta, cáncer y salud

El cáncer es una de las enfermedades más prevalentes y la primera causa de muerte en España provocando unas 90.000 defunciones al año, lo que supone un 25.6 % de todas las muertes, según se ha comentado en la XII Edición de las Jornadas Nacionales de Nutrición Práctica, celebradas en el Colegio de Médicos de Madrid, el 22 y 23 de abril de 2008. La incidencia anual se sitúa en torno a los 162.000 y representa el mayor número de años potenciales de vida perdidos.

Los tumores más importantes en los hombres son el cáncer de pulmón, el colorrectal y de próstata, mientras que en mujeres son el de mama y el cáncer colorrectal, según ha manifestado en su ponencia la doctoras Carmen Gómez Candela (en la fotografía), resultado del estudio e investigación que ha llevado a cabo junto a Carolina Dassen, Marta Villarino, Laura Zurita, Rosa Castillo y Viviana Loria, de la Unidad de Nutrición Clínica y Dietética Hospital Universitario la Paz (Madrid). Los hábtitos de vida y en concreto una dieta sana son factores esenciales para prevenir esta enfermedad.

Buen pronóstico

Las cifras son elevadas, sí, pero hay que dejar un hueco a la esperanza, dado que las curaciones también han aumentado mucho. Desde el comienzo de los años 90, la frecuencia de muertes producidas por cáncer ha ido disminuyendo a un ritmo medio del 0,7% anual. Este progreso ha llevado a cifras globales próximas al 50% de curaciones, definidas funcionalmente como supervivencias superiores a cinco años. En todo caso, a pesar de que se ha hecho un progreso real, es clara la necesidad de avanzar hacia un objetivo final, que no puede ser otro que prevenir y curar todas las formas de cáncer.

El cáncer agrupa a numerosas enfermedades diferentes en su etiología, comportamiento y respuesta al tratamiento, siendo posible decir que muchas de ellas son evitables, que otras se pueden diagnosticar de manera temprana y tener un tratamiento más eficaz, que puede en ciertos casos conocerse los grupos de personas de mayor riesgo para ofrecerles el consejo genético adecuado, que la asistencia reclama una intervención multidisciplinar, que muchos casos son curables, y que en el peor de los casos se deben aplicar los oportunos cuidados paliativos.

Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del 40% de todos los cánceres se pueden prevenir reduciendo la exposición a determinados factores de riesgo entre los cuales es de destacar:

  • el tabaco,
  • la obesidad
  • el consumo de alimentos prefabricados ricos en grasas saturadas y bajos en aporte de fibra, minerales y vitaminas.

El Código Europeo Contra el Cáncer contiene recomendaciones mejor documentadas.

Prevenir el cáncer

El cáncer es una enfermedad que se puede prevenir, y existe una relación, ampliamente aceptada, que liga la exposición del ser humano a una serie de condiciones y el desarrollo de ciertos tumores malignos. Algunas publicaciones relevantes han mostrado que entre 5 y 7 de cada 10 cánceres tienen una causa que se puede ligar a la actividad humana, definiendo así el cáncer como una enfermedad evitable en cierta medida (R. Doll y R. Peto, 1981; K. Czene et al., 2002).

La prevención primaria del cáncer tiene por objeto disminuir la incidencia de esta enfermedad a través de una reducción, tan intensa como sea posible, de la exposición a una serie de factores cuya presencia se reconoce como necesaria o favorecedora de la aparición de la enfermedad. En algunos casos, estos factores no son modificables o no lo son de una manera fácil (como los asociados a la reproducción). En otros, en cambio, es posible combatir y erradicar la exposición nociva.

Durante las dos últimas décadas se han desarrollado algunas estrategias preventivas que ya han sido evaluadas desde el punto de vista de la disminución de la incidencia de tumores y de su aplicabilidad:

  • Algunas medidas son muy difíciles de cumplir como es el caso del tabaco. De hecho, pese al empeño puesto por ciudadanos, profesionales, instituciones y gobiernos, el control se revela extremadamente difícil. Desalentador incluso, si se tiene en cuenta los datos disponibles sobre el daño real que produce.
  • Conviene no perder la referencia del Código Europeo Contra el Cáncer recientemente revisado y actualizado (P. Boyle et al., 2003), cuyos consejos relativos a la prevención primaria parecen en este momento los más sólidamente relacionados con una disminución real de la incidencia del cáncer. De hecho, la mayoría de los planes contra el cáncer existentes, de diferentes niveles de aplicación, basan sus estrategias de prevención primaria en estas ideas y su mejor difusión.
  • Distintos nutrientes y elementos vehiculizados en ellos actúan como promotores o inhibidores de procesos cancerosos. Estos compuestos presentes en los alimentos pueden incluso carecer de valor nutritivo. La exposición de un individuo genéticamente predispuesto puede inducir el desarrollo de un cáncer en el caso de una intensa exposición al carcinógeno en cuestión. Entre los ejemplos más conocidos de carcinógenos se encuentran los nitratos, el alcohol, el tabaco, las nitrosaminas y nitrosamidas, el cocinado a la brasa y las aflatoxinas.
  • Contrariamente se han descrito alimentos con componentes anticarcinogénicos; entre ellos hay que destacar, las frutas y verduras que contienen vitaminas, selenio, fibra y otros agentes fitoquímicos. A la vez, las vitaminas C y E, los carotenos y otros elementos “no nutrientes“como los flavonoides, terpenos y la clorofila, tienen funciones protectoras contra la formación de radicales libres (sustancias tóxicas derivadas del metabolismo celular que lesionan al ADN). Se ha observado que la forma de conservación y preparación de los alimentos puede favorecer la formación de compuestos cancerígenos.
  • En función a estos conocimientos y dada la elevada prevalencia del cáncer, diversos organismos han establecido recomendaciones dietéticas que en muchos puntos se parecen a las elaboradas para la realización de una dieta saludable.
  • Por lo tanto, es importante la creación de programas que permitan mejorar los hábitos dietéticos de la población, orientando hacia una alimentación saludable y hacia la realización de ejercicio aeróbico en forma regular.
  • Las recomendaciones alimentarias, junto con el mantenimiento de la actividad física y un índice de masa corporal adecuado, podrían con el tiempo contribuir a reducir la incidencia de cáncer entre 30 y 40%, especialmente de mama (mujer posmenopáusica),n endometrio, colon, riñón y esófago (WCRF, 1997; WHO-FAO, 2003).
  • Se dispone de pruebas, convincentes o probables, según las cuales las dietas ricas en verduras y frutas protegen frente a los cánceres de la cavidad oral y la faringe, el esófago, el pulmón, el estómago, el colon y recto, la laringe, el páncreas, la mama y la vejiga (WCRF, 1997; Key et al., 2002; WHO-FAO, 2003; Riboli, E.,2003).
  • La evidencia de que la actividad física protege frente al cáncer de colon es convincente (Hill, 1999; WCRF, 1997; WHO-FAO, 2003). Al igual que una gran masa corporal incrementa el riesgo de cáncer de endometrio.
  • La obesidad aumenta el riesgo de cáncer de mama en la mujer posmenopáusica, cáncer de endometrio, colon y recto, riñón y esófago, y el nivel de evidencia disponible en ese sentido es convincente.
  • En la actualidad existe consenso en la comunidad científica en cuanto al papel desempeñado por la ingesta de grasa como factor de riesgo, y se recomienda reducir los aportes de grasa total, especialmente de ácidos grasos saturados.

La dieta recomendable

Estas son algunas de las medidas preventivas relacionadas con la dieta, sobre las que existe un nivel de evidencia más convincente:

  • Las dietas ricas en cantidades abundantes y variadas de verduras y frutas evitarían un 20% o más de todos los casos de cáncer (Van’t Veer et al, 2000; Gundgaard et al., 2003; Pomerleau et al., 2003).
  • Un consumo de alcohol mantenido dentro de los límites recomendados prevendría hasta el 20% de los casos de cáncer del aparato aerodigestivo, el colon y recto, y mama (WCRF, 1997).
  • El cáncer de estómago se previene sobre todo con dietas adecuadas; el cáncer de colon y recto se previene principalmente con dietas adecuadas, manteniendo o aumentando la actividad física y conservando un peso corporal adecuado (WCRF, 1997; WHO-FAO, 2003).
  • Si adopta un estilo de vida sano, puede prevenir ciertos tipos de cáncer y mejorar su salud general:
    • No fume; si fuma, déjelo lo antes posible. Si no puede dejar de fumar, nunca fume en presencia de no fumadores.
    • Evite la obesidad.
    • Realice alguna actividad física de intensidad moderada todos los días.
    • Aumente el consumo de frutas, verduras y hortalizas variadas: coma al menos 5 raciones al día. Limite el consumo de alimentos que contienen grasas de origen animal.
    • Si bebe alcohol, ya sea vino, cerveza o bebidas de alta graduación, modere el consumo a un máximo de dos consumiciones o unidades diarias,si es hombre, o a una, si es mujer.
    • Evite la exposición excesiva al sol. Es especialmente importante proteger a niños y adolescentes. Las personas que tienen tendencia a sufrir quemaduras deben protegerse del sol durante toda la vida.

Programas de salud según la edad

Existen además programas de salud pública que pueden prevenir el cáncer o aumentar la posibilidad de curar un cáncer que ya ha aparecido:

  • Las mujeres, a partir de los 25 años, deberían someterse a pruebas de detección precoz del cáncer de cuello de útero.
  • Las mujeres, a partir de los 50 años, deberían someterse a una mamografía para la detección precoz de cáncer de mama.
  • Los hombres y las mujeres, a partir de los 50 años, deberían someterse a pruebas de detección precoz de cáncer de colon.
  • Participe en programas de vacunación contra el virus de la hepatitis B.

Estos puntos podrían resumir la visión actual en torno a los intentos por disminuir la incidencia del cáncer y consecuentemente sus efectos individuales y sociales.

En resumen…

  1. El cáncer es una de las enfermedades más prevalentes y la primera causa de muerte en España.
  2. Más del 40% de todos los cánceres se pueden prevenir reduciendo la exposición a determinados factores de riesgo entre los cuales es de destacar el tabaco, la obesidad y el consumo de algunos alimentos y bajos aportes de fibra, minerales y vitaminas.
  3. Existe una elevada prevalencia de malnutrición en el paciente oncológico ya sea por alteraciones generadas por el propio tumor como por los tratamientos que se indicar para lograr erradicarlo. Es de fundamental importancia realizar un diagnóstico precoz del estado nutricional en estos pacientes, ya que un elevado porcentaje de los mismos estarán malnutridos, e iniciar un tratamiento precoz para mejorar la calidad de vida y mejorar la respuesta a los múltiples tratamientos a los que estos se verán sometidos.
  4. El soporte nutricional en cualquiera de sus variantes ha demostrado tener un efecto terapéutico beneficioso.