Errores en las dietas

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La obsesión por un cuerpo delgado y esbelto, alimentada por el constante bombardeo publicitario de “dietas milagrosas” que prometen erradicar los kilos de más, lleva a muchas personas a cometer errores en su alimentación que a largo o mediano plazo pueden tener serias consecuencias. Los expertos alertan de que antes de comenzar cualquier régimen es fundamental consultar la opinión de un médico para determinar si se sufre sobrepeso y, en ese caso, establecer sus causas y posibles soluciones.

Errores comunes y recomendaciones

La elevada preocupación por el sobrepeso no es vana. Al menos en la Comunidad de Madrid un estudio refleja que entre un 5% y un 10% de los jóvenes de 15 y 16 años hace dieta inducida por la imagen corporal. Otros estudios indican también que en España un 6% de la población joven, más de 300.000 personas, padece algún tipo de trastorno en la dieta alimenticia.

En junio de 2001 un congreso de 120 expertos españoles en Sevilla desveló que hacer una dieta rigurosa eleva dieciocho veces el riesgo de anorexia, un trastorno que impide al afectado comer por el miedo a engordar, y bulimia, episodios en los que el paciente ingiere grandes cantidades de comida que después vomita.

Si el sobrepeso es circunstancial, antes de lanzarse a una dieta conviene identificar las pautas alimenticias y conocer en qué nos equivocamos con las dietas para poner remedio a tiempo. Estos son los errores más frecuentes en las dietas:

  • Comer a deshoras e ingerir alimentos que no sacian: Una persona que picotea no debería hacer dieta porque en vez de obtener resultados puede incrementar esta práctica. Debe, en cambio, estudiar las circunstancias en las que lo hace y tratar de eliminarla.
  • Saltarse comidas de obligado cumplimiento: Esta es otra práctica común. Muchas personas creen que suprimir el desayuno puede ayudarles a adelgazar. Nada más lejos de la realidad. “Desayunar ayuda a atenuar el hambre y a controlar mejor la ingesta de alimentos a lo largo del día”, señala el autor de un estudio efectuado por el Centro de Nutrición Humana de la Universidad de Colorado en Denver, Estados Unidos.
  • Hacer una dieta bajo presión: En numerosas ocasiones el propio entorno, bajo el manto de la imagen, nos obliga a mostrarnos con unos kilos de menos. Sin embargo, esta presión no debe en ningún momento obligar a hacer algo sin que se desee de verdad. Lo más importante es concienciarse psicológicamente.

Los nutricionistas recomiendan abstenerse de hacer dieta a aquellas personas que se encuentren bajos de moral, o que de antemano consideren que no van a ser capaces de aceptar la nueva rutina alimenticia como se debe.

Los expertos en alimentación aportan los siguientes consejos para garantizar la efectividad de una dieta:

  • Favorecer la saciedad: Se trata de ingerir alimentos que sacien para no tener hambre hasta la comida siguiente.
  • No distraerse mientras se come, y si se come demasiado, determinar si ello obedece a causas de ansiedad y depresión. En este caso conviene consultar a un especialista: “si comemos al ver la tele es mucho más fácil que la comida no nos sacie. Todo el cuerpo se tiene que enterar de que estás comiendo”, indica la experta.
  • Lograr una alimentación balanceada en la que no se incluyan elevadas dosis de alcohol, se aumenten las verduras y frutas, y se añadan ejercicios, así lo explican los endocrinos.

La sociedad actual favorece la práctica de conductas erróneas en la alimentación. Esto cambiaría si, como explica el doctor Cabrerizo, jefe de la Unidad de Dietética del Hospital Clínico, se le explicara a los niños desde muy temprana edad la importancia de comer bien. “Los pequeños tienen que entender el significado de proteínas y calorías. Son conceptos básicos”, asegura.

Cuándo interesa comenzar una dieta

Modificar los hábitos alimenticios puede provocar efectos perjudiciales, de acuerdo a la opinión de Irene Bretón, médico adjunto de la unidad de nutrición del hospital Gregorio Marañón de Madrid. La tónica general en la actualidad consiste en acudir a las denominadas “dietas milagrosas”, fórmulas estandarizadas cuyo lema –siempre falso-, es el mínimo esfuerzo y el máximo resultado. “Es necesario partir del hecho de que el tratamiento nutricional lo pacta un especialista una vez realizado el diagnóstico ”, explica Cabrerizo.

¿Cuándo conviene, entonces, hacer una dieta? Tanto el doctor Cabrerizo como la doctora Bretón explican que se puede determinar si una persona es obesa tomando como referencia el índice de masa corporal. Éste se obtiene dividiendo el peso en kilos entre la estatura en metros multiplicada al cuadrado. Así, por ejemplo, una mujer cuyo peso es de 63 kilos y su estatura es de un metro con 69 centímetros, tiene un índice de masa corporal de 22,01 kg/m2 (kilogramos por metro cuadrado), lo que la ubica en el apartado de peso normal.

Se considera que un paciente que se halla entre 18,5 kg/m2 y 25 kg/m2 no padece sobrepeso. A partir de esa cifra se habla ya de obesidad en distintos grados.

Más que hacer dieta, los expertos recomiendan analizar con frialdad cuáles pueden ser los motivos que convierten a una persona en obesa. En muchos casos pueden existir causas médicas como problemas de tiroides, diabetes y colesterol alto. “Pero si no se consulta a un especialista y se opta por seguir las dietas que se recomiendan en las revistas desconociendo el problema de fondo, se corren grandes riesgos”, afirma Irene Bretón.

Cuando se descarta que el sobrepeso tenga como origen alguna enfermedad, lo recomendable es perder entre un 5% y un 10% del peso total en un período de tres a seis meses. Esa es la teoría, pero la práctica suele ser distinta.

Por razones siempre estéticas, por la presión social y el continuo mensaje de que hay que mantenerse delgada para ser considerada atractiva, las mujeres son las que más se someten a los estragos de una mala alimentación.

La idea más extendida es que se puede perder peso rápido y a veces sin demasiado esfuerzo. Pero los nutricionistas indican lo contrario. “La gente quiere dietas milagrosas que le ayuden a adelgazar pronto. Gran parte de ese peso que se pierde rápidamente es agua y lo que genera en el cuerpo son mecanismos para volver al peso inicial”, indica la doctora Bretón.

Es lo que se conoce, según el doctor Cabrerizo, como el “efecto yo-yo”; bajar y subir de peso constantemente por los sucesivos errores en la dieta que a la larga tienen una “peor incidencia” sobre la salud.

Las dietas que se publican en las revistas no están adaptadas a cada organismo y por lo tanto no se puede echar mano de ellas como si de un vestido se tratara. Si el deseo de bajar de peso obedece a una cuestión estética, lo primero, según la doctora, es identificar lo que se está haciendo mal.

Conviene no picotear entre comidas, ni comer dulces, bollería o refrescos. “Es importante fomentar el consumo de frutas y pescado, así como disminuir el consumo de carnes grasas. Se pueden ingerir lácteos desnatados. No hay por qué renunciar a ellos si no hay sobrepeso”, sostiene el doctor Cabrerizo.

Mal del siglo XXI

En el siglo XXI la obesidad se convertirá en la enfermedad más grave del planeta. De hecho, 1.200 millones de personas en el mundo sufren sobrepeso, según los datos de la Organización Mundial de la Salud. En España la estadística refleja que un 13% de la población es obesa. Y a más de un 60% le sobran unos cuantos kilos. ¿A qué se deben tan escalofriantes cifras?

La respuesta, según los expertos, parece hallarse en el hecho de que en la mayoría de los casos no nos alimentamos correctamente y, en cambio, acudimos a prácticas que, por lo general, perjudican la salud.

Más que de “dietas” los endocrinos prefieren hablar de alimentación. Este concepto se refiere a la ingesta de alimentos. La dieta, en cambio, supone una modificación en el régimen alimenticio habitual para conseguir un propósito, concluye Irene Bretón.

Autor: Tatiana Escárraga