Rechazo a la venta de productos ricos en grasas, sal y azúcar en las escuelas

  • Un informe aprobado por el Parlamento Europeo también reclama que los programas escolares dediquen al menos tres horas semanales a la educación física.

JANO.es, 26 Septiembre 2008

El pleno del Parlamento Europeo aprobó ayer un informe en el que rechaza que se pueda vender productos de alto contenido en grasas, sal y azúcar en las escuelas y pide, asimismo, que los programas escolares dediquen al menos tres horas a Educación física cada semana. Asimismo, insta a los Estados miembros a mejorar la calidad de la comida en los hospitales y centros para la tercera edad.

El informe, adoptado con los votos a favor de 536 eurodiputados y 37 en contra, recuerda que más de 5 millones de niños en el conjunto de la Unión Europea son obesos y alrededor de 22 millones presentan sobrepeso.

El texto también pone de relieve que la mitad de la población europea adulta (cerca de 250 millones de personas) tiene sobrepeso, un problema que absorbe el 6% del gasto público para centros de atención primaria en algunos Estados miembros. Además, uno de cada tres europeos no realiza ningún tipo de ejercicio físico en su tiempo libre y, de media, cada europeo pasa más de 5 horas al día sentado.

Por ello, la Eurocámara instó a los Estados miembros a reconocer la obesidad como una enfermedad crónica y subrayó la necesidad de mejorar los hábitos alimenticios de la población europea desde una edad temprana. Además de pedir que se dejen de vender en centros escolares alimentos y bebidas de alto contenido en grasas o pobre valor nutritivo, sal y azúcar, los eurodiputados piden que se «controlen y mejoren la calidad y los niveles nutritivos de las comidas servidas en los colegios y guarderías» de manera que estas incluyan frutas y hortalizas.

Los eurodiputados consideran positivo impulsar un proyecto de distribución de frutas en los centros escolares con fondos europeos y piden a los Veintisiete que garanticen una oferta de productos sanos en las máquinas expendedoras en las escuelas. También consideran que la publicidad en los colegios de productos menos saludables para el organismo debe requerir un consentimiento expreso de los centros escolares bajo control de las asociaciones de padres.

Asimismo, en el caso de que la publicidad alimentaria en televisión -que representa casi la mitad de la publicidad total emitida en franjas horarias destinadas a la audiencia infantil-, los eurodiputados piden a la Comisión Europea que elabore propuestas más estrictas si, una vez que revise la directiva sobre servicios audiovisuales en 2010, la autorregulación voluntaria en la publicidad no funciona.

Los eurodiputados piden además la prohibición de las grasas trans en la UE, tras lamentar que «sólo algunos Gobiernos europeos» han tomado acciones para reducir la exposición de los consumidores a estas grasas artificiales. Si el nivel de estos ácidos grasos supera el 2% de la aportación energética total, su consumo está asociado a un incremento significativo del riesgo cardiovascular, advierte el informe. Además, reclama que se analice los efectos de los potenciadores artificiales de sabor -incluidos los glutamatos, guanilatos e inosinatos- en los platos preparados de forma industrial.

Para fomentar el consumo de frutas y hortalizas, los eurodiputados piden a los países comunitarios que todavía no aplican un IVA reducido para estos productos que lo hagan y, de manera más general, piden que se modifique la legislación comunitaria para situar en menos del 5% este IVA reducido. Asimismo, reclamaron a los ministros de Economía de la Unión Europea que permitan a los Estados miembros aplicar tipos reducidos de IVA para «bienes de primera necesidad con fines sociales, económicos, medioambientales o de salud».

Por otra parte, los eurodiputados defienden que los Estados miembros aumenten la calidad y cantidad de la comida que reciben los pacientes en los hospitales y centros para la tercera edad para hacer frente a la alarmante cifra de pacientes y ancianos mal alimentados en estos centros. Según algunos estudios, el 40% de los pacientes en la UE están mal alimentados en los hospitales, mientras que, en el caso de los ancianos, la cifra oscila entre el 40 y el 80%.