European Food Information Council
Prácticamente a diario aparecen en la prensa noticias relativas a la dieta y la nutrición. Bien sea a causa de una nueva «alerta alimentaria» o con ocasión del último régimen procedente de Hollywood, la nutrición cada vez acapara más titulares. Este fenómeno está justificado ya que es evidente que lo que comemos y bebemos tiene efectos en nuestro organismo.
Aunque a veces sea difícil descifrar la jerga empleada o saber qué cambios debemos adoptar para mejorar nuestra salud y nuestro bienestar, existen formas de reconocer la información basada en resultados científicos y relevante para nosotros.
A pesar de que gran parte de la información nos llega a través de la familia, los amigos y los libros, hoy en día las principales fuentes de datos son los medios de comunicación e Internet. Existen multitud de revistas, periódicos, programas de televisión y radio, y sitios web sobre alimentación y salud que proporcionan información en abundancia. En general, las noticias se basan en investigaciones científicas rigurosas, sin embargo, en ocasiones, la información aparece simplificada en exceso, se presenta fuera de contexto, o incluso es completamente errónea. Cabe preguntarse, por tanto, cómo podemos distinguir la información de calidad de la que carece de ella.
Más adelante encontrará una tabla con consejos prácticos para distinguir la información relativa a ámbitos científicos, y en particular a la nutrición y la seguridad alimentaria, que es conveniente poner en duda. Algunos de los signos indicativos de que la información requiere un análisis más riguroso son las afirmaciones que suenan «demasiado bonitas para ser verdad» y las listas de alimentos «buenos» y «malos».
Información simplificada
A menudo, los escritores y periodistas tienden a simplificar la información para poder incluirla en el contexto de una historia o un artículo. Esta simplificación hace que, a veces, se pase por alto información importante.
Así, ciertos artículos no presentan los hechos en el contexto apropiado u omiten información sobre los antecedentes. Estos factores son importantes a la hora de determinar si una información concreta nos concierne, especialmente si el artículo recoge nuevos descubrimientos científicos. Por ejemplo, el hecho de que un estudio realizado en varones japoneses pruebe que comer algas cinco veces a la semana previene la aparición del cáncer, en principio, no nos afecta mucho. Aunque puede que sí. Hay que tener en cuenta cómo se ha realizado la investigación y con qué grupos de población, teniendo en cuenta la nacionalidad, la edad y la raza. También hay que considerar el número de personas que participaron en el estudio; por regla general, cuanto mayor sea el número, más fiables serán los resultados. Compruebe, además, si los resultados coinciden con los de otros trabajos similares.
Asimismo, es importante comprobar de dónde proviene la información. ¿Se ha publicado el estudio en una revista científica reconocida? ¿Ha sido revisado por expertos en la materia para garantizar que se realizó adecuadamente y con rigor científico? ¿Tiene credibilidad el autor? ¿Se adecua el estudio o informe a las recomendaciones de agencias profesionales o instituciones gubernamentales?
El escrutinio cuidadoso de la información resulta especialmente necesario en Internet. Cualquiera puede tener un sitio web y el ciber-espacio está repleto de información errónea, fraudes y charlatanes. Aunque es posible encontrar información científica de calidad, algunos sitios contienen simplemente publicidad para vender determinados productos o promocionar los programas de grupos políticos o ideológicos.
Las recomendaciones no cambian de un día para otro
Recuerde que la investigación sobre nutrición, como otras áreas de investigación, sigue una evolución. Las recomendaciones sobre un estilo de vida saludable no cambian de un día para otro. Deben estar basadas en numerosos estudios científicos, realizados con rigor, repetidos posteriormente en varios grupos diferentes, y revisados y debatidos por especialistas. La mejor actitud ante las novedades en el campo de la alimentación y la nutrición se basa en una buena dosis de escepticismo combinada con sentido común; también es conveniente corroborar la información con las autoridades competentes.
Diez señales de alerta para detectar la pseudo-ciencia
Cuidado con la información que contenga:
- Recomendaciones que prometen soluciones rápidas.
- Avisos alarmantes sobre los peligros de un producto o régimen determinado.
- Afirmaciones que suenan demasiado bonitas para ser verdad.
- Conclusiones simplistas elaboradas a partir de estudios complejos.
- Recomendaciones basadas en un único estudio.
- Declaraciones categóricas rebatidas por organizaciones científicas reconocidas.
- Listas de alimentos «buenos» y «malos».
- Recomendaciones realizadas con el propósito de vender un producto.
- Recomendaciones basadas en estudios publicados sin revisión.
- Recomendaciones procedentes de estudios que no tienen en cuenta las diferencias entre individuos o grupos.