El comer sano y el culto al cuerpo como obsesión

Diario Medico, 13 de Noviembre de 2002

La vigorexia y la ortorexia se han unido a la lista de preocupaciones de las unidades de conducta alimentaria. Jesús de la Gándara, jefe de Psiquiatría de la Unidad de Trastornos Alimentarios del Hospital General Yagüe, ha tratado este asunto durante las II Jornadas sobre Trastornos Alimentarios, celebradas en Burgos.

Son las denominadas enfermedades de la vida moderna: la bulimia, la anorexia, la ludopatía, la compra compulsiva… y las más novedosas, la ortorexia y la vigorexia, trastornos detrás de los que se esconde una personalidad patológica y que se ceban con personas poco adaptadas al comportamiento social.

En Burgos, en el marco de las II Jornadas sobre Trastornos Alimentarios, se ha hablado de dos nuevas patologías: la ortorexia y la vigorexia. La primera es un trastorno de la conducta alimentaria que consiste en la obsesión por la comida sana y obliga a quien lo padece a seguir una dieta que excluye la carne, las grasas, los alimentos cultivados con pesticidas o herbicidas y las sustancias artificiales que pueden dañar el organismo, ha explicado a DM Jesús de la Gándara, jefe de Psiquiatría y de la Unidad de Trastornos Alimentarios del Hospital General Yagüe, en Burgos.

El fenómeno aparece en Estados Unidos, donde la tendencia desordenada al consumo de alimentos biológicamente puros motivó la aparición de un manual de adictos a la comida saludable, escrito por el psicólogo americano Steven Bratman. Estos pacientes suelen ser tan estrictos que llegan a sentirse culpables cuando incumplen su alimentación a base de alimentos ecológicos y se castigan con dietas y ayunos aún más rígidos que evitan el consumo de muchas otras clases de comidas.

Entre los problemas que acarrea este tipo de trastorno, el especialista destacó numerosas carencias nutricionales, ya que el ortoréxico no sustituye los alimentos que rechaza por otros que le aporten los mismos complementos nutricionales, lo cual se traduce en anemia y carencias vitamínicas.

La ortorexia suele manifestarse en personas con comportamientos obsesivo-compulsivos y predispuestas genéticamente a ello.

Gimnasio

Otra obsesión patológica, el culto al cuerpo, al gimnasio, identifica la vigorexia, que afecta sobre todo a hombres jóvenes obsesionados por tener un cuerpo perfecto, «que les lleva a someterse a patrones de ejercicio patológicamente excesivos; a alimentaciones hiperprotéicas y con hidratos de carbono y exentas en grasas; a comer soja, lecitina, cereales, y a tomar anabolizantes», explicó el psiquiatra.

Y es precisamente con los anabolizantes cuando aparecen los problemas, «porque se hacen dependientes y su uso implica riesgo de cáncer de próstata, de disfunción eréctil, de lesiones vasculares, de infartos y problemas cardiovasculares».

De la Gándara matizó que tanto la ortorexia como la vigorexia no existen como enfermedades independientes, sino como comportamientos patológicos detrás de los que siempre se esconden problemas de personalidad. El perfil de estos pacientes se corresponde «con gente obsesiva, insuficiente, inmadura, insegura, con problemas de impulsividad y de identidad y con baja autoestima».

A la hora de tratar a estos pacientes, la estrategia a seguir es la misma que con las anorexias o las bulimias nerviosas. En primer lugar, un tratamiento con inhibidores de la serotonina, que hacen que disminuya la impulsividad y la obsesividad, y en segundo lugar, con psicoterapia de conducta, de aprendizaje de patrones más sanos de comportamiento. «Con estos tratamientos sí que se logran resultados siempre y cuando el individuo, antes, reconozca que está enfermo».

Autor: Inma Salazar