La soja, un ´regalo de los dioses´ si se consume con moderación

Recol.es 3 de Junio de 2002

Tan milenaria como el trigo o las lentejas, la soja tardó siglos en llegar a los mercados europeos, pero en las últimas décadas su popularidad se ha incrementado en proporción a las alabanzas hacia esta leguminosa como fuente de salud, siempre que sea «moderado» su consumo, según recomiendan los especialistas.

Los antiguos chinos consideraban la soja un alimento sagrado y atribuían su descubrimiento al emperador Sheng-Nung, el inventor de la agricultura y la medicina.

Muchos años después, la biología ha dado la razón a la sabiduría china y ha demostrado que esta planta, del mismo grupo que la judía o el guisante, es una «bomba» de proteína vegetal (un 36%), que contiene grasas de tipo insaturado (cardiosaludables) además de vitaminas del grupo B y minerales.

La soja tiene «una condición única» en el reino vegetal porque «contiene proteínas de alto valor biológico casi equivalentes a las de la carne, el pescado o los huevos», explicó la doctora Carmen Gómez Candela, responsable del área de Nutrición del Hospital de la Paz de Madrid.

«Las fuentes de grasa de la soja son de origen vegetal, no animal, por lo que está demostrado que resulta muy útil para diversas afecciones, como por ejemplo el tratamiento del colesterol», dijo la doctora.

Menopausia

Pero es la presencia de fitoestrógenos, con una acción similar a la de los estrógenos -las hormonas femeninas que dejan de segregarse tras la menopausia- lo que convierte a la soja en un «regalo de los dioses» para las mujeres.

Los fitoestrógenos «se acoplan a nuestros receptores hormonales y son muy beneficiosos para aplacar algunos síntomas de la menopausia como los sofocos o el acaloramiento súbito», subrayó la doctora Gómez Candela.

Sin embargo, esta especialista destacó que, «como en todos los alimentos, su ingesta excesiva puede causar problemas. Hemos incorporado a nuestra dieta un producto de otra cultura y es positivo, pero hay que consumirlo con moderación».

Asimismo, Gómez Candela alerta sobre el hecho de que la soja es una de las especies «que más habitualmente se ha manipulado genéticamente y aunque la normativa estipula que esta condición debe aparecer explícita en la etiqueta, en los productos elaborados con soja se puede omitir».

Nada de esto se conocía en el siglo XVII, de cuando datan las primeras referencias sobre esta planta en Europa a través de misioneros y marinos portugueses y holandeses que iniciaron su cultivo como una curiosidad.

La soja no pasó al consumo humano hasta bien entrado el siglo XX y aún hoy en día su ingesta sigue siendo minoritaria.

La mayoría de las cerca de cien millones de toneladas de soja que se producen en el mundo, fundamentalmente en Estados Unidos, Argentina, China y Brasil, se destinan a la fabricación de piensos para el ganado y, en menor parte, como aditivo para alimentos.

Producción

En España la producción es muy baja y se importa la mayoría de este producto. El pasado año se dedicaron 2.100 hectáreas a este cultivo, la mayoría de ellas en la sureña región de Andalucía, frente a dos millones de hectáreas de trigo, según datos del Ministerio español de Agricultura.

Pero actualmente no hace falta ser un vegetariano convencido -la soja es imprescindible en su dieta-, ni un obsesionado con la alimentación para tomar preparados elaborados con esta planta -leche o salsas- o brotes de soja (los más pacientes pueden conseguirlos cultivando las semillas en un cuenco con agua durante cuatro o cinco días).

No obstante, a veces las apariencias engañan, y la leche de soja, uno de los productos más comunes, «no es una buena fuente de soja» porque presenta una concentración baja de proteína, según la doctora Gómez Candela, que recomienda la soja seca.

Entre las variantes más «exóticas» figuran el «tofu» o queso vegetal (un extracto elaborado a partir de la leche de soja cuajada y escurrida que puede servirse estofado o hervido como plato principal o ingrediente para ensaladas), el miso (pasta de soja fermentada o con cereales), y el tamari (salsa de soja fermentada con agua y sal).