Desarrollan una técnica para el tratamiento de la obesidad visceral

  • Un equipo de investigadores del Hospital Brigham and Women logra ‘convertir’ la grasa blanca en grasa marrón mediante la manipulación de las vías metabólicas

JANO.es, Mayo 2012

La grasa marrón de nuestros cuerpos consume energía, mientras que su contraparte, la grasa blanca, hace reserva de ella. El peligro que representan las células de grasa blanca, como el aumento del riesgo de padecer diabetes y enfermedades del corazón, parece estar especialmente vinculado a la grasa visceral -la acumulación de grasa alrededor de los órganos, en el abdomen.

Ahora, un equipo de investigadores dirigido por Jorge Plutzky, director del Programa de Prevención de Enfermedades Vasculares del Hospital Brigham and Women, ha desarrollado una nueva técnica para tratar la obesidad visceral. El estudio ha sido publicado en la revista Nature Medicine.

Mediante la manipulación de las vías metabólicas encargadas de convertir la vitamina A en ácido retinoico, Plutzky y sus colaboradores consiguieron que la grasa blanca adoptara las características de la grasa marrón.

Los retinoides, moléculas derivadas del metabolismo de la vitamina A son responsables de muchas funciones biológicas; una de estas funciones es el control del desarrollo de las células grasas. Una de las funciones primordiales en el metabolismo de los retinoides viene de la mano de una enzima llamada deshidrogenasa retinaldehído 1, o Aldh1a1. Los investigadores observaron que, en humanos y en ratones, la Aldh1a1 es abundante en las células de grasa blanca, sobre todo en la grasa visceral más peligrosa (grasa abdominal o grasa del vientre).

Cuando la Aldh1a1 fue inhibida en las células de grasa blanca, estas células comenzaron a actuar como células de grasa marrón (una de las características definitorias de la grasa marrón es su capacidad de liberar energía en forma de calor).

Los investigadores también observaron que la anulación de la expresión del gen de la Aldh1a1, mediante la inyección de moléculas antisentido, en ratones obesos, resultó en menos grasa visceral, menor aumento de peso, una disminución de los niveles de glucosa, y mayor protección contra la exposición al frío, en comparación con los ratones control.

«La grasa marrón, y los mecanismos que podrían convertir la grasa blanca en marrón, han estado recibiendo una creciente atención, ya que representan una posible manera de tratar la obesidad y sus complicaciones», afirma Plutzky.