Adaptarse mejor al cambio de hora

Algo que afecta más a las personas mayores y a los niños

  • “Este trastorno es transitorio, es como un mini ‘jet lag’ que se supera en diez días; en caso contrario, hay que acudir al especialista”

En la madrugada del sábado al domingo comienza el horario de invierno. El cambio de hora (a las 3 de la mañana serán las 2) afecta más a los niños y a las personas mayores, sobre todo si toman ansiolíticos o antidepresivos que repercuten en el funcionamiento cerebral, en el ciclo biológico vigilia-sueño y en la estructura del sueño; recuerda el neurólogo del Hospital USP San Camilo de Madrid, Antonio Yusta Izquierdo.

El especialista explica que los niños y las personas mayores tienen una capacidad de adaptación menor, aunque hay que tener en cuenta que la secreción de la hormona del crecimiento se produce durante determinadas fases del sueño nocturno.

Este retraso en la hora oficial de España y Europa, que pone fin al periodo de horario de verano que comenzó el último domingo de marzo, trae consigo una alteración en la intensidad y la duración de la luz diurna, lo que puede provocar en los seres humanos los siguientes síntomas: sensación de cansancio, cambios de humor (laxitud e irritabilidad, incluso depresión), falta de concentración, somnolencia, dolores de cabeza, etc.

Y es que las variaciones en la intensidad de la luz ambiental producen una modificación en la actividad de las neuronas de unas áreas determinadas del cerebro (hipotálamo, núcleo supraóptico, etc.).

Pero la situación es transitoria y, aunque “la adaptación es variable, ya que depende de la carga genética y de la edad”, “lo normal es que entre dos y cuatro días hayamos superado los inconvenientes de haber retrasado los relojes, este mini ‘jet lag’”, detalla el doctor Yusta. En caso contrario, y si se prolongan los síntomas más de siete días se recomienda acudir a consulta.

Consejos a seguir

  • Mantener fijas las horas de descanso nocturno -de entre 6 y 8 horas, según la persona- y evitar siestas prolongadas -nunca más de 30 minutos-. No variar las actividades que veníamos realizando. Se trata, en definitiva, de no alterar el ritmo circadiano o biológico.
  • Hidratarse bien (2 a 3 litros al día) para mejorar la sensación de cansancio. No ingerir bebidas estimulantes (café, té…) a partir de ciertas horas del día.
  • No irse a la cama con la sensación de hambre o habiendo comido en exceso.
  • El cansancio excesivo provoca insomnio, así es que estos días se recomienda no realizar actividad física importante ni exponerse a luz brillante antes de irse a la cama. Realizar las actividades que supongan más concentración mental cuando más despejados estemos -unas personas lo están a primera hora de la mañana y otras a última hora de la tarde-.
  • Las personas que sufren migrañas han de seguir las recomendaciones para esta patología porque éstas se pueden intensificar durante el periodo de adaptación al cambio de hora.
  • Tener una actitud positiva: el exceso de tensión emocional puede retrasar la desaparición de los síntomas
  • Acudir al médico si persisten los síntomas más de diez días.

La UE decidió hace unos años que el cambio de horario de verano e invierno se fijara el último domingo de los meses de marzo y octubre, respectivamente, para mejorar el aprovechamiento de la luz solar, y el consiguiente ahorro de energía.