El azúcar no es el único problema

  • Un producto no solo es insano por la cantidad de azúcar que contiene, sino también por otros ingredientes que empobrecen su perfil nutricional




Foto cortesía de George Hodan – CC 1.0

Durante las últimas semanas se ha acentuado la cantidad de mensajes y artículos que alertan sobre el consumo de azúcar. Tanto en las redes sociales como los medios de comunicación, se han visto infinidad de imágenes, tuits e informaciones que advierten de la cantidad de azúcar que contienen muchos alimentos y del peligro que esto supone para la salud. Aunque los expertos en nutrición llevan tratando este tema desde hace años, ahora concita más atención que nunca. El repunte se debe, en gran medida, al proyecto fotográfico sinAzúcar.org, que con sus ilustrativas imágenes ha conseguido llegar más lejos incluso que las instituciones y asociaciones convencionales. A continuación se analiza por qué un producto insano no lo es solo por su contenido en azúcar y se presentan las alternativas.

Eroski Consumer, Febrero 2017

El hecho de que se ponga el foco en esta cuestión, que el exceso de azúcar cope noticias y espacio en la programación televisiva, es una buena noticia. Que la población tenga información con la que contrastar la publicidad que recibe cada día siempre es de agradecer. Pero esto no debe llevarnos a pensar que el único problema de la alimentación actual es el exceso de azúcar. Nada más lejos de la realidad. Parte de la gran industria alimentaria aprovecha esta idea para vender como saludables los mismos productos de siempre, pero sin azúcar: refrescos sin azúcar, galletas sin azúcar, bollos sin azúcar…

El dietista-nutricionista Alex Oncina ya vaticinó en este artículo que, tras salir de la era «Low Fat», nos encaminaríamos a la era «Low Sugar», y que tal vez sería buena idea replantear el enfoque para no caer en los mismos errores, como ya pasó con las grasas: una alarma mediática importante sobre sus peligros (alarma infundada y mal enfocada) que dio paso a un sinfín de productos desnatados o bajos en grasa en los supermercados que, lejos de dar soluciones, aumentaron el problema.

Más allá del azúcar

Un producto insano no lo es solo por su contenido en azúcar. Por tanto, si se le quita el azúcar, sigue siendo insano. ¿Por qué?

  • En primer lugar porque, por lo general, la retirada del azúcar añadido de un producto va indefectiblemente acompañada de la adición de edulcorantes en cantidades importantes que, como ya se sabe, aunque parece que son seguros, no son inocuos.
  • En segundo lugar, porque suelen ser productos elaborados con harinas refinadas, con grasas de mala calidad (como las grasas trans o el aceite de palma), con alto contenido en sal… las características típicas de los productos altamente procesados y enemigos de la salud cardiovascular.
  • En tercer lugar, porque siguen desplazando a alimentos saludables como las frutas, los frutos secos, un pan integral, un yogur natural, etc.

Si quitar el azúcar no es la solución, entonces, ¿cuál es?

La solución pasa por virar la alimentación hacia los alimentos a los que no es preciso quitarles el azúcar añadido porque no lo tienen. Tampoco es necesario preocuparse por su contenido en sal, porque no se les ha echado. Ni temer por la calidad de su grasa, porque será buena. Ni preocuparse del tipo de harina, porque no será refinada.

¿Y qué productos son esos? ¿Son funcionales? ¿Son superalimentos? Pues son aquellos que han sufrido una mínima manipulación o ninguna: frutas y verduras, legumbres, frutos secos, carnes y pescados naturales, huevos, aceite de oliva, cereales integrales, lácteos enteros naturales… en definitiva, comida, no productos. Esos en los que no hace falta escudriñar con atención la lista de ingredientes porque no tienen lista de ingredientes.

Dejemos de centrarnos en un solo nutriente o hacer foco en un solo aspecto del problema. Desde luego, es necesario visualizarlo y es positivo ponerlo de relieve, pero siempre sin perder de vista el contexto alimentario en el que vivimos y hacia dónde hay que orientar el consejo de alimentación y el carrito de la compra.

Autor: AITOR SÁNCHEZ GARCÍA